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martes, junio 28

Editorial: "Un pueblo suspiró de alivio"


El martes pasado Cristina Fernández lanzó su candidatura haciendo suspirar de alivio a una gran parte del pueblo argentino que se ilusiona con la continuidad del proyecto político que ella encarna. “Lo supe desde aquel 27 de Octubre porque tengo un sentido de la responsabilidad histórica”, dijo, asumiendo la irrupción de un nuevo momento de la conciencia histórica de la clase trabajadora argentina. El sábado, pasadas las siete de la tarde, con una helada que de a poco se iba desplegando en nuestro país, Cristina anunció a su candidato a vicepresidente, el actual ministro de economía Amado Boudou, quien la acompaña desde el 2008, por considerarlo responsable de una de las acciones más importantes de su gobierno que es la nacionalización de los fondos de las AFJP. Además destacó en él el valor del cambio y la convicción de enfrentarse a las corporaciones.

Algunos referentes de la oposición una vez más demostraron la impotencia y la carencia de recursos políticos, simbólicos, argumentativos. La seguidilla de frases agresivas llegando a límites delicados así lo demuestra. Buscan que la cámara los filme haciendo declaraciones cada vez más ofensivas e hirientes para robar protagonismo a un proceso que los supera de manera arrolladora. Desconocen la militancia territorial, la construcción genuina y solo apelan a pasearse por los canales y ser amplificados por la voz del monopolio. Pero las palabras cada vez les alcanzan menos, la realidad los pasa por encima, los sucumbe. Todo se tensiona fructíferamente en un momento especialmente dinámico de la realidad. El campo del periodismo, por ejemplo, obliga a jugársela o morir en la neutralidad. Este campo es uno de los más sacudidos y movilizados por los últimos tiempos. La ley de medios fue una especie de sismo. Los periodistas se ven obligados a posicionarse, a repreguntarse, a cuestionarse su función y sus objetivos. Si no lo hacen muchos seguramente se vean inmersos en una disputa de sentidos que los atropelle o que los sorprenda defendiendo posiciones que nunca imaginaron defender.

La bolsa de valores funciona como un gurú al que el stablishment acude desesperado en busca de una herramienta para argumentar lo imposible. Si el gobierno hace un anuncio y justo ese día la bolsa baja será interpretado como una mala reacción del mundo de los negocios. Así se asumen explícitamente como voceros del mercado. Si la bolsa no baja y por el contrario, sube, entonces ya no importará lo que esta diga.

Pero está bueno preguntarse qué poder de fuego tienen los grandes medios aunque distorsionen una realidad que los pasa por encima.

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