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viernes, julio 15

"1816-2011: HACIA UNA INDEPENDENCIA DEFINITIVA"




9 de Julio de 1816. Para empezar habría que poner la palabra independencia entre comillas. Porque aquel fue un hecho jurídico, incluso formal pero poco real. Poco real porque ya en la casita de Tucumán no estaban representados todos los territorios que hoy componen lo que llamamos Argentina y además porque en la práctica esa independencia poco se vio. Ya en 1826 Rivadavia, por aquel entonces una especie de presidente, contrae el primer empréstito con la banca inglesa que nos abrochó con los intereses, como siempre hicieron.

Mancillando nuestra independencia. Para empezar por algún lado: alguna vez, ¿fuimos libres? Sin entrar en una espiral de retórica sin sentido, podríamos decir que sí. Existieron momentos de mayor y de menor libertad e independencia. Por ejemplo, cuando las milicias porteñas corrieron a los ingleses del puerto en 1805 y 1806, tuvimos soberanía. Otra podría ser la defensa de nuestros ríos internos por el brigadier Juan Manuel de Rosas, frente al imperialismo, otra vez inglés. Sin duda, sentimos libertad con la Constitución de 1949, la cual por primera vez en la historia (esperemos que no la única) incluía derechos sociales, del trabajador. Y creemos que ahora sí. Ahora mismo. Estamos teniendo libertad. Por ejemplo, el afirmar nuestra identidad como país con los festejos del bicentenario nos hizo más libres. El tema de la integración regional sudamericana. El poder atravesar una crisis económica internacional con relativa solvencia, sin ser arrastrados como en otros momentos de mayor dependencia. Y tenemos mayor libertad cuando vemos que semana tras semana avanzan incansablemente los juicios a los responsables cívicos militares de la última dictadura. Este pilar de la política argentina durante los últimos años, nervio central de un pueblo que para ser más libre debe comprender cabalmente las causas y consecuencias de la dictadura del 76 y debe castigar a sus responsables. Esto es justamente lo que tratan de evitar nuestras clases dominantes que, como decía Rodolfo Walsh, han procurado siempre que los trabajadores no tengan historia, no tengan doctrina, héroes y mártires. Así cada lucha debe empezar de nuevo, separada de las luchas anteriores: la experiencia colectiva se pierde, las lecciones se olvidan. Por eso Macri, Duhalde, Carrió, Bergoglio hablan de dejar de mirar para atrás, de dejar de revolver cosas en el pasado. Porque la clase dominante Argentina sabe que en nuestro pasado, en ese pasado, en los objetivos de la dictadura, en esa generación militante, en las décadas del 50, 60, 70 se encuentran muchas de la pistas que conducen a nuestra definitiva liberación nacional. Entonces, una vez más, se ven claramente los dos modelos en lucha: por un lado un gobierno nacional que impulsa los juicios y la memoria colectiva y por otro una clase dominante que fomenta el perdón, la claudicación y el olvido.

Dedicaremos gran parte de este programa a repasar los juicios que se están llevando a cabo a represores y genocidas, que al mismo tiempo destapan una historia de compromiso, amor y lucha en la que se cifra muchas de las claves para lograr una real independencia.

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